Gredos

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"Una cosa reparada puede cambiar otras mil"
John Berger.


lunes, 24 de enero de 2011

Los nuevos vecinos

     Van llegando los primeros milanos procedentes de África y merodean a lo lago de la carretera. Se van instalando las cigüeñas en los campanarios y las torres eléctricas.
     Por fin he tenido un hueco para acercarme a por las pollitas de Castellana Negra al INEA de Valladolid   (Escuela de ingeniería técnica agrícola) Lo dirige un jesuita muy ocupado. Ramón, uno de los ujieres me enseña la campa con frutales donde desfilan varios gallos altaneros y un buen número de gallinas rebuscan entre las hojas de repollo que  les acaban de echar.    
     Al final me he traído nueve aves, pero creo que con el lío de escogerlas y meterlas en las cajas han entrado en el lote tres machos. Tienen un vuelo  que habrá que vigilar.
    Vamos a buscar un poco de pienso.  Tendré que molerlo una temporada. No es fácil conseguir cereales o leguminosas ecológicos. Tengo que mirar dónde conseguirlo a buen precio. Se han estado alimentando con cebada, avena, algarroba y yeros.  Además les han proporcionado calcio y árnica montana  (homeopatía) disueltos en agua.  Lo más probable es que sea un balanceado iniciador. No se si estaría bien, por ahora, cambiarles la ración. Veremos más adelante los costes. 
    El gallinero está terminado en el pajar anejo a casa.  Se recupera su antigua función.  He practicado un hueco en el muro con una trampilla para que, más adelante, puedan salir fuera.
   Estos días estamos alcanzando 6 grados bajo cero.  Las aves tienen dos meses pero tienen que aguantar. Las tengo casi todo el día con una bombilla a su altura.


   Habrá que empezar a llevar un sencillo cuaderno de explotación del “asunto”.  Los costes han sido mínimos porque no he necesitado más que unos metros de malla.  Todo lo demás procede de mi propensión a recoger y guardar cosas que otros tiran. Puertas viejas y pallets, madera del vertedero, cajas, tuberías, ladrillos…  Lo que más ha costado ha sido la gasolina para acercarme a la granja.
   En el haber, satisfacción y la sensación de sosiego que te proporcionan las pollitas y las expectativas de la puesta y la cría.  El mejor estado de ánimo  que encuentran las personas suele manifestarse cuando comienzan algo o se echan al camino.   Ya le he puesto nombre al macho más grande por su porte chulesco y flamencón: Farruco.
   La  niebla dificulta la visión por media Castilla. Es pesada y cala. El Duero discurre indolente y turbio. Vuelvo a casa.

viernes, 21 de enero de 2011

Las dichosas plagas

     Uno de los principales quebraderos de cabeza de los hortelanos aficionados es  la presencia de plagas y su control.
    Alguna mañana de primavera cuando nos acercamos al huerto, constatamos la presencia de unos nuevos inquilinos con toda su parentela.   Se han sucedido una serie de circunstancias que les han sido favorables: humedad, temperatura, entorno…  Las grandes corporaciones del  ramo han dedicado esfuerzo y dinero a conocer “los agentes” y a realizar mejoras genéticas con el fin de conseguir variedades más resistentes, excepcionalmente productivas pero del mismo modo muy propensas a otras agresiones y enfermedades. 
   Hay, por supuesto, una cantidad considerable de productos y técnicas para el tratamiento de las plagas directamente proporcional a la envergadura del problema.
      
    En opinión de los expertos en agricultura biológica, que es lo  que a mí me interesa,  es fundamental “conocer las causas del desequilibrio y las alteraciones” que se producen  en nuestro discreto ecosistema urbano.
    Como a muchos de los  urbanitas, literalmente enganchados a la glucosa, a los insectos les encantan los azúcares presentes en las plantas, jugosas y tiernas
     La agricultura biológica  desarrolla prácticas destinadas a prevenir los daños que producen determinados insectos en los cultivos.  Los manejos culturales de los agricultores expertos son fundamentales.  Van desde procurar que el ambiente sea poco propicio para los invasores (liberar espacios colindantes de pastos y hierbas adventicias, intentar que las plantas sean más vigorosas…) hasta  técnicas como la rotación rigurosa de cultivos, elección de especies resistentes o colocación de trampas.
     Cuando la aparición de la  plaga se hace evidente me gusta comenzar por métodos físicos.
    Cuando en primavera va subiendo la temperatura, puede aparecer en las plantas de patatas un  vistoso escarabajo que, no por casualidad, fue  introducido desde América.   Afortunadamente nuestro plantel no  tiene una hectárea de modo que no será muy complicado retirar manualmente a los comensales,  meterlos en un bote y posteriormente matarlos.  Existen unos guantes de látex estupendos para los más indecisos.
     Lo mejor,  entonces, en este estadio de la crisis es intentar incordiar para que desaparezcan de la zona.  Esto es viable cuando el personaje tiene tamaño suficiente para proceder así.
    Si otra tarde volvemos y vemos que los escarabajos no han desaparecido y además se aparean, seguimos intentando retirarlos manualmente.  Ponen unos huevos alargados y amarillos de aproximadamente un milímetro en el envés de las hojas. Aparecen agrupados y podemos seguir retirándolos manualmente y destruirlos quemándolos.  Hablo evidentemente de actuaciones para pequeñas superficies, de huertos urbanos colectivos donde suele haber un alto nivel de participación (al menos al principio)  de aficionados que cultivan en macetas, de modo que no es una tarea muy exigente. Es vital  examinar diariamente las plantas.
        Para animales grandes o aves pueden usarse mallas finas.  
      Cuando la plaga es de insectos mucho más pequeños  y  sus huevos son apenas visibles se emplean otros procedimientos.  Es muy frecuente la utilización de trampas con alguna sustancia atrayente.  
      Hace algún tiempo escuché a Joaquín Araujo en un programa de la radio describir una trampa muy sencilla y económica para los voladores.   Se parte una botella de plástico, de las que tiramos a docenas todos los días, justo por donde empieza a ensanchar, de modo que obtengamos un pequeño embudo; se coloca sobre el resto de la botella con el gollete hacia abajo y se llena con una disolución de azúcar morena y levadura. Hay quien utiliza zumos azucarados.  Es conocido el gusto de los insectos por la glucosa y determinados aminoácidos. Una vez dentro les resulta muy difícil salir.  Al menos con los mosquitos funciona.  Pueden colocarse recipientes con cerveza para las babosas.
    También podemos utilizar botes con restos de patatas para capturar al gusano del alambre que suele vivir en suelos con un alto índice de nitrógeno, esto es, con mucha materia orgánica.
                                       
    Para los árboles viene bien rodear los troncos con cartón impregnado con alguna sustancia pegajosa o goma, (linaza, trementina, brea de madera, manteca de cerdo…) para impedir que trepen las hormigas o encalarlos de modo que no les esté bueno el primer bocado a insectos taladradores.
      Otros procedimientos para el control o erradicación de las plagas se basan en parámetros biológicos, esto es, haciendo la vida fácil a enemigos naturales o aplicando productos químicos  con la misión de que los insectos no encuentren las condiciones idóneas para instalarse y fortalezcan la planta a través de su parte aérea o por el sistema radicular.   Hay una serie de fórmulas magistrales, maceraciones, decocciones, compuestos de plantas que son verdaderos insecticidas naturales. Se encuentran con facilidad en las páginas más conocidas relacionadas con estos temas.
    Es fundamental que los suelos estén bien equilibrados de forma que las plantas  crezcan  vigorosas;  lo que constituye en sí mismo un método de control.
     El modo de proceder dice mucho del agricultor.   No es recomendable, en mi opinión,  recurrir ineludiblemente al sobre de semillas más productiva del mercado, ni al insecticida de síntesis correspondiente.   Cierto, es más fácil: llenamos la fumigadora con la dosis precisa de insecticida y lo aplicamos sin complicaciones.  Hay para todos los gustos pero hay numerosos casos en que los insectos se hacen resistentes y no conseguimos más que envenenar la planta y los suelos.  La araña roja es especialmente pertinaz. Lo  que yo hago es llenar la fumigadora con agua y hielo. Rocío las plantas, especialmente por el envés de las hojas.  El choque térmico suele ser eficaz, pero hay que ser constante.
    Y luego están vuestra imaginación y el contacto con otros hortelanos o colectivos, las conversaciones con campesinos  expertos.  En este sentido recuerdo los consejos que me dio un pequeño labrador local.   Desconoce por completo los fundamentos teóricos y científicos de  agricultura ecológica. Me comentó que él suele utilizar un poco de lejía disuelta  en agua con un poco de jabón biodegradable.  Suele ser eficaz para el pulgón y otras plagas cuando éstas nos son manifiestamente irreversibles.  Yo utilizo un bidón de cinco litros de agua al que previamente he incorporado medio litro de lejía, luego le añado un chorrito de  jabón.  Fumigo periódicamente  las plantas hasta que compruebo que la plaga va remitiendo.  Es un buen método preventivo y además barato.   Sé que para los más estrictos partidarios de la agricultura ecológica es una aberración pero no es radicalmente contaminante, ni perjudicial  para nuestra salud.  La lejía se evapora en poco tiempo e incluso la utilizamos para esterilizar muchas verduras de las que tenemos dudas sobre su procedencia.  Algunas veces podemos ser algo pragmáticos en aras de conseguir comernos algún plato de judías de enrame. En ocasiones se pierden plantaciones enteras
       No creo que las actividades agrícolas, en las que intervienen de forma directa los factores medioambientales,  sean fáciles y siempre cómodas. Curiosidad,  tenacidad, alteridad…
     En alguna hoja suelta incidiré en estas tareas relacionadas con las plagas.  Salud.

miércoles, 5 de enero de 2011

Muchamiel


Así quedaron los tomates este otoño después de sacarles cuidadosamente las semillas. La variedad del centro es  Raf.  Los otros, Muchamiel,  en distintos grados de maduración.

martes, 4 de enero de 2011

Cultivo del azafrán

      Comenzando el mes de mayo se pueden iniciar las tareas del cultivo del azafrán.
(Crocus sativus. L)  Su hábitat es claramente mediterráneo: Grecia, Asia Menor, España, Italia, Oriente Medio...
      En los huertos urbanos o familiares  no suele tenerse muy en cuenta el cultivo de ciertas plantas plurianuales o perennes, ya sea por las limitaciones de espacio, la disponibilidad temporal de las parcelas o la demora en ver los resultados del trabajo.

      No obstante quiero hacer algunas observaciones para que se tenga en cuenta a la hora de planificar un huerto.

    El azafrán es un “cormo”, esto es, una planta bulbosa,  entre las que se encuentran también los tubérculos y los rizomas: tulipán, gladiolo, ranúnculo… Estas plantas son fáciles de cultivar y se suele recomendar su cultivo a jardineros principiantes.

     Pero sobre todo, el azafrán es una especia; la especia más cara del mundo.  El precio y el uso generalizado de colorantes alimentarios, considerablemente más baratos, pero de la misma manera más tóxicos, hacen que no sea demasiado popular su consumo, excepto en las zonas tradicionales de cultivo: Castilla-La Mancha y Teruel, Andalucía, Castellón.

    La planta es una pequeña cebollita de dos a tres centímetros de grosor y que se reproduce de forma vegetativa y anualmente.  Como tal, almacena sustancias nutritivas y está recubierta de capas ahiladas de fibras.

    Cuando se siembra, nacen entre seis y diez hojas semejantes a las del cebollino. Las flores aparecen al nivel del suelo entre octubre y noviembre; son de color lila y están compuestas por seis pétalos, 3 estigmas, 3 estambres amarillos y un pistilo blanco.

    La parte que más nos interesa de la flor es el grupo de estigmas (naranja oscuro y amarillo en la base), a los que una vez desecados llaman azafrán. Los estigmas de la rosa  del azafrán contienen un pigmento, la crocina, que por hidrólisis (Básicamente es el desdoblamiento de una molécula de ciertos compuestos por la acción del agua.) se trasforma en otros elementos orgánicos que le confieren un sabor amargo y un aroma muy peculiar: el safranal.  La crocina  tiene propiedades antioxidantes. Popularmente ha sido una planta considerada como afrodisíaca.

    Lo más importante, para lo que nos interesa, es su reproducción. El azafrán es estéril y hay que estar muy pendiente en el periodo en el que el cormo pasa del periodo vegetativo al de crecimiento. Entre diciembre y enero la planta se desarrolla: salen las hojas y crecen las raíces. Nuevos cormillos  van apareciendo y engordando, mientras desaparece el viejo o cormo madre. Para abril los bulbitos ya están plenamente formados (éstos, después de separados y replantados, no dan flores durante dos años); durante el verano la planta no cambia, hasta que a finales de agosto se inicia un nuevo ciclo.

    Tradicionalmente, el plantel se suele tener tres años en el mismo espacio. Puede ampliarse este tiempo, pero la producción disminuye drásticamente.  Tras este periodo  se desentierran las cebollitas cuidadosamente, para no dañarlas, (entre mayo y junio). Nos sorprenderá la forma tan generosa con que se ha reproducido. Se limpian, se clasifican, se escogen las más sanas y se vuelven a plantar en otro lugar preparado con antelación.

    La cebolla del azafrán enferma normalmente por el ataque de hongos, como el llamado “mal vinoso”, y  si se ve afectada, la planta muere.  Pero lo que al pequeño hortelano le interesa es deshacerse de los bulbos “tocados” y actuar preventivamente seleccionando los cormos sanos cuando se cambian de lugar.

    Estas son algunos de los argumentos para incentivar su cultivo:

          •  Es una planta ideal para personas que cultivan en macetas, en terrazas, en jardineras altas,  huertos urbanos, etc. Podemos, por ejemplo, hacemos un pequeño plantel en unas cajas de fruta, que podemos cambiar de sitio con facilidad, teniendo siempre en cuenta que le gusta el sol.

          •  Es un cultivo de invierno. Cuando en el huerto apenas hay trabajo y quedan pocas plantas, el azafrán nos ofrece una oportunidad de continuar acudiendo al huerto a realizar tareas que no requieren gran esfuerzo, y nos ofrece durante unos días un vistoso toque de color.

          •  En realidad, no es una planta exigente. Yo he tenido algún plantel de azafrán en la huerta, abandonado durante años y siempre he recolectado alguna flor. Se recupera con facilidad.
   
          •  Requiere suelos medianamente fértiles. En determinadas zonas es un cultivo de secano. Podemos, por ejemplo, rellenar nuestros cajones de fruta o jardineras, con una mezcla de tierra rica en materia orgánica y arena al 50%.

          •  No se necesitan herramientas especiales, salvo unas buenas uñas para cortar la rosa durante la recolección.

          •  Las tareas periódicas son muy sencillas y distanciadas a lo largo del año.

          •  No precisan tratamientos fertilizante rigurosos. Se puede incorporar humus durante el mes de marzo  tras alguno de los rastrillados.
    Nunca he tratado el azafrán con ningún herbicida sintético o natural. Si la cebolla está enferma se desecha.

          •  Es una planta resistente  a las variaciones meteorológicas, ya sea por el aporte de agua o por los cambios de temperatura (-15 a 40). En la Meseta Norte yo la cultivo sin problemas. El periodo de floración no suele coincidir con el periodo de heladas más persistentes.

    Veamos ahora algunas cuestiones prácticas  sobre su cultivo. Tradicionalmente se siembra a una o dos caras. DIBUJO Para un pequeño huerto podemos hacer dos o tres caballones y rebajarlos hasta que tengan 20 cm de ancho en la parte más alta y luego separar estos entre 40 y 50 cm, si se va a pisar.

    Gran parte de los procedimientos y técnicas de la agricultura urbana o a pequeña escala o incluso de la agricultura biológica, recomiendan no pisar las plantaciones. En consecuencia, si el espacio destinado al cultivo va a ser estrecho, pueden juntarse más los surcos o incluso hacer surcos equidistantes.

     Se pueden plantar entre 10 y 14 cormos en función del calibre del mismo.  Es sencillo: se prepara un primer surco de unos 15 cm de profundidad, y se colocan en el las cebollitas con el ápice hacia arriba, hasta completar esta primera hilada.  Con la tierra que sacamos al preparar el segundo surco, vamos tapando, los cormos del primero, y así sucesivamente.

    En mayo, cuando se realiza esta labor, suele hacer calor, por lo que es conveniente regar después. Si la tierra tiene un buen tempero (De temperar. 1 Sazón y buena disposición en que se haya la tierra para las sementeras y labores. DRAE), no creo que fuera necesario. Lo que no hay que olvidar es comprobar el grado de humedad y regar unas semanas después si fuera necesario.

    Tampoco hay que olvidar ir quitando las “hierbas adventicias” (no hay hierbas malas) con un ligero rastrillado o escardado (en algunas zonas lo llaman "escabuchar"). Esta operación mantendrá el suelo esponjoso.

    Una vez empieza la floración hay que recoger la rosa todos los días, preferentemente por la mañana. Si se marchita  pierden frescura los estigmas y se separan muy mal. Hay que esperar a que esté completamente abierta. Nos encontraremos capullos alargados, que dejaremos para el día siguiente.

    Para separar la parte más útil de la flor se cortan los estigmas justo donde empieza a cambiar a un color mas amarillento, de forma que las tres hebras quedan unidas. No vamos a desbriznar una hectárea, por tanto, es una operación grata.

    Una vez separados los estigmas, se guardan en un lugar fresco y seco para airearlos: una lata, una caja de cartón…Siempre hay que procurar que queden enteros y observar su longitud y su color oscuro. Al manipularlo, suelen mancharse los dedos de amarillo y huele intensamente.

    Cuando finaliza el periodo de floración, que dura varios días, la planta sigue creciendo y las hojas se desarrollan a modo de espartillo; éste se siega o se corta con unas tijeras a ras del suelo, una vez empieza a secarse. La planta quedará oculta hasta la siguiente floración.

    El acceso al agua de los huertos urbanos permite realizar riegos esporádicos, dependiendo de los aportes naturales.

    Hay  que procurar, como siempre, que las plantas no tengan competencia de otras no deseadas y que la tierra no esté apelmazada, al menos unos días antes de que vayan a brotar. Son tareas sencillas que pueden hacerse en cualquier momento, y que no requieren grandes esfuerzos. Es fácil olvidarse del azafranal en periodos de gran actividad primaveral, pero el cultivo no se resentirá. Se pueden dar tres rastrilladas anuales entre filas: después de la cosecha, en septiembre y marzo.

   Es fundamental, tener muy en cuenta, que no se podrá volver a cultivar lo mismo durante cuatro años. Suelen aparecer enfermedades y el suelo estará agotado.

   ¿Qué hacemos cuando tenemos un buen puñadito de estigmas?

     Una vez terminada la cosecha, podemos tostar los estigmas o desecarlos.  Si es poca cantidad, se puede hacer con un simple papel de aluminio, en una sartén o sobre una plancha metálica al fuego suave (cuidado, se quema con facilidad). El color ligeramente anaranjado ira tornando a un rojo más oscuro. Tenemos azafrán para la próxima paella de la huerta del verano. En ocasiones, simplemente lo dejo cerca del fuego del hogar, hasta que se vaya secando y se haga más quebradizo.

    Si por alguna circunstancia, no se desea continuar el cultivo o se van a realizar nuevas planificaciones del huerto, etc., podemos conservar los cormos. Se seleccionan los más sanos, se limpian de tierra y exceso de capas y se cortan las raíces; luego se clasifican por tamaños. Podemos meterlos en tarros de cristal o en cajas de cartón con serrín grueso o papel de periódico para que absorban el exceso de humedad. Puede aguantar varias temporadas.

    En la red podréis encontrar numerosas  imágenes, cultivos tradicionales, localizaciones, anecdotario, referencias antropológicas, etc.  Salud.